miércoles, 4 de noviembre de 2009

La isla de las flores

Supongamos que jugamos a un juego en el que, para ganar, hay que eliminar jugadores. Una serie de jugadores tienen, por su papel en el juego, gran probabilidad de perder, por tanto de ser eliminados, de que se les eche de la partida. Imaginemos que algunos de estos jugadores pierden ya, son expulsados, pero no les echamos de menos porque se sentaban al otro lado de la mesa. Vale, pero al rato los recordamos porque vemos que podemos correr la misma suerte.

Ahora imaginemos que el mundo así funciona y que nos va la vida en ello. Muy bien, no hace falta imaginar, sólo mirar esta joya.

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